martes, 30 de junio de 2009

Requiem por

é
Después de meditarlo algunos minutos y gracias a los consejos sabios de mi grán gurú musical y amiga del alma, decidí cambiar el giro nunca desarrollado de éste blog.

Desde hace tiempo que tengo la inquietud de hacer algo con una de mis mas grandes pasiones, asi que decidí aprovechar que tengo el espacio suficiente en éste rincón cibernáutico.

Las orquideas llegaron a mi vida con la forma de una pequeña matita con flores color lila de la cual apenas sabia que necesitaba agua y sol para crecer frondosa y regalarme flores cáda primavera... gran error.

Por experiencia propia (y en algunos casos ajena también) he aprendido a lo largo de 18 años que la mejor manera de matar una planta es con cariño. Cuantas veces no hemos sentido el impulso de comprar un manojo de orquideas silvestres que traen un grupo de mujeres y niñas en cajitas de cartón o madera, y que son ofrecidas a los incautos compradores por precios bajísimos? Mi primer consejo es: ¡No lo hagan! Las razones vienen a continuación.

En primer lugar, hay que resistir la tentación de cambiar 20 pesitos por una planta como éstas, principalmente por que el 100% de ellas es retirado de árboles donde han estado creciendo durante muchos años. Debemos tener en cuenta que a cada una de estas bellezas les ha llevado cerca de 8 años poder crecer hasta tener el tamaño suficiente como para florecer por primera vez.

En segundo lugar, si estamos dispuestos a sacar los relucientes billetes de nuestras carteras, es mejor saber qué clase de plantas (en este caso, orquídeas) podemos tener en nuestra casa y que, por muy descuidados que podamos ser, no va a morir en las garras de la deshidratación o del olvido. Casi todas las personas que hablan de la extrema dificultad que representa el cultivo de las orquídeas, han matado varias docenas en su afan por verlas crecer... Riego exesivo, falta de fertilizante, cantidad de luz inadecuada y un largo etcétera.


Ok, no voy a desviarme mucho del tema, sólo quise poner en contexto mis mas deplorables errores cuando me hice de mi primer orquídea.

Llevé a la vegetal damita a mi casa y recordé que alguna vez leí un libro en el que decía claramente: "Las orquídeas son plantas tropicales que viven adheridas a las ramas de los árboles", así que fui a buscar un trozo de corteza y la amarré con la esperanza de verla crecer... pues no sucedió. Ocurrió que el clima de mi casa no le pareció lo suficientemente bueno, por lo que a pesar de todos mis pesares terminó marchita y mi frustración fue mayúscula.

En lugar de tirar la toalla, decidí que esta calamidad no se repetiría... jamás!

El primer paso para obtener el éxito (en cualquier aspecto de la vida) es la información, y aunque a veces se nos esconde, siempre podemos recurrir a la carretera de la información AKA internet. Gracias a la curiosidad, pude saber que ésa planta con flores color lila y blanco se llama Laelia speciosa, orquidea nativa de los bosques centrales de México, que gusta de noches frescas y dias templados, humedad ambiental elevada y luz velada... y se encuentra en serio peligro de desaparecer debido al comercio ilegar de ejemplares arancados de los árboles de las zonas boscosas del Estado de México, Hidalgo, Aguascalientes y Puebla.

Decidí entonces que comenzaría una colección de orquídeas, con la firme convicción de mantenerlas contentas teniendo en cuenta sus necesidades particulares. Asi es como ahora quiero compartir lo que he podido aprender acerca del cultivo de estas plantas que siguen rodeadas de un aura de misterio y fascinación, pero que no dejan de ser plantas y que TODOS podemos cultivarlas y disfrutar de sus flores.

Ahora dedico esta primer entrada a mi primer orquidea, la carismática y bella Laelia speciosa. La fotografía es de la página de la Asociacion Mexicana de Orquideología.

Feliz cultivo!!